Summary: | La inscripción alojada en el frontispicio de esta tesis —Incipit Philosophia— pretende evocar, ya sea a la memoria, o, bien en la imaginación del lector, la composición del ámbito en que desarrollaremos esta investigación. La propuesta consiste en indagar en los inicios, comienzos o umbrales del discurso filosófico, en esas primeras palabras con las que se inaugura la obra del filósofo. Palabras que, para la Filosofía, desde hace mucho, aparecen organizadas por la referencia obligada a un discurso previo, un proto –y– pre-texto, a la exposición de un ante-decir, a la sumisión consentida a un texto que, a lo largo y ancho de los tiempos y en diversas geografías, invoca aquello que desde la lengua griega, se dice, se escribe, se propone y se antepone, aún hoy, como πρόλογος —como prólogo. Esta búsqueda comienza por inquirir en lo —aparentemente— más obvio: ¿qué es este prólogo? ¿Qué es el prólogo de una obra filosófica? O, más precisamente: ¿qué es aquello, que podemos y creemos encontrar, cuando arribamos al prólogo de una obra filosófica? Y, junto a esto, sin reservas, la necesidad de preguntar además: ¿qué sucede cuando un prólogo se instala como frente de la obra filosófica? ¿Qué operación, que función, que ejercicio, le corresponde acometer? ¿De qué tipos son estos textos, si es que puede sobre ellos dejarse caer alguna tipología? ¿Cómo existen los prólogos al interior de las obras filosóficas? ¿En vistas de qué estos se han escrito? Y, por tanto: ¿qué dicen? ¿Quién lo dice? ¿A quién se dirigen? En definitiva: ¿por qué hay prólogos en las obras filosóficas?
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