El paso flotante en la música — sonido, temblor, autoafección

Este trabajo busca plantear una tesis sobre la música, entendida ésta a partir del tipo de sonoridad que ella pone en marcha. El núcleo de la tesis lo constituye la dificultad planteada por la música de pensar conjuntamente la sonoridad pensada como transitoria y la articulación pensada como unidad...

Full description

Bibliographic Details
Main Author: Durán Rojas, Cristóbal
Other Authors: Rojas Contreras, Sergio
Language:es
Published: Universidad de Chile 2012
Subjects:
Online Access:http://www.tesis.uchile.cl/tesis/uchile/2011/ar-duran_c/html/index-frames.html
http://www.repositorio.uchile.cl/handle/2250/101309
Description
Summary:Este trabajo busca plantear una tesis sobre la música, entendida ésta a partir del tipo de sonoridad que ella pone en marcha. El núcleo de la tesis lo constituye la dificultad planteada por la música de pensar conjuntamente la sonoridad pensada como transitoria y la articulación pensada como unidad trascendente, sin subsumir a una en la otra. Mostraremos que la consideración de la sonoridad musical pone en cuestión el problema filosófico de un flujo temporal unitario, que es también el modelo de la forma de una auto-afección. Si la música ha sido considerada como el arte del tiempo por excelencia es sobre todo porque ella pareciera desplegar de un modo organizado la heterogeneidad del movimiento anímico que precisamente la música tiene por tarea hacer audible. Pero lo que intentaremos mostrar, paulatinamente, es que ello supone pensar conjuntamente lo transitorio —con que se determina lo sonoro— y lo continuo —con que se determina una subjetividad sostenida en su auto-afección. Ahora bien, pensar ambas dimensiones de una manera conjunta implica también mostrar que en la sonoridad musical la auto-afección hace la prueba de sí al distanciarse de sí, pues el paso sonoro es también un temblor que pone a vibrar la afección de lo sonoro frente a un autós que en esa medida no es ni totalmente exterior ni totalmente interior al paso que se supone anuda. De esta manera, la sonoridad musical plantea en el preciso momento en que tendría que dar cuenta de la certeza subjetiva que sostiene, de un temblor que recorre a su intimidad y que lo afecta en sí mismo pero fuera de sí, como una hetero-afección que haría flotar conjuntamente a una mismidad —que hace pasar su puntualidad cada vez que hace pasar el sonido que la abandona en su decurso— y lo pasajero que la recorre y que la distancia de sí al constituirla. Esa sería, según lo que intentamos discutir, la naturaleza estricta de la música, la proposición de un paso flotante que define sin nunca asentar o unir definitivamente a la auto-afección como punta primera de una subjetividad.