La <i>Belle Époque</i> argentina
Esta Tesis estudia la decoración de interiores doméstica de la burguesía de fin de siglo XIX y principios del siglo XX en Argentina, fuertemente influenciada por las aspiraciones arquitectónicas de la época. En términos arquitectónicos, el método Beaux Arts proveniente del academicismo de la Escuela...
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Language: | es |
Published: |
2014
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Online Access: | http://hdl.handle.net/10915/35108 http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/35108 |
Summary: | Esta Tesis estudia la decoración de interiores doméstica de la burguesía de fin de siglo XIX y principios del siglo XX en Argentina, fuertemente influenciada por las aspiraciones arquitectónicas de la época. En términos arquitectónicos, el método Beaux Arts proveniente del academicismo de la Escuela de Bellas Artes de París fue adoptado en la Argentina por la burguesía nacional de 1880, a la que prefirieron por su valor de signo estético-simbólico (inspirado en el neoclasicismo, reproduciendo modelo griegos o romanos). El retour à l´ordre (greco-romano) fue la clave de su cultura arquitectónica neoclásica.
Previo al arribo de la arquitectura Beaux Arts a Buenos Aires, ya se evidenciaba el historicismo-eclecticista en residencias como la de Justo José de Urquiza (1801-1870) y su Palacio San José de 1860 (la residencia mas moderna y «civilizada», paradójicamente, dentro del campo –y no de la ciudad- en Argentina). Por lo general todos estos palacios edificados en la Argentina por la burguesía respondían a un esquema clásico del academicismo francés, todo dentro de un lenguaje neoclasicista. Así lo arquitectos como René Sergent (1865-1927), Alejandro Christophersen (1866-1946) y Alejandro Bustillo (1889-1982) dando rienda suelta a su imaginación inspirada en la tradición del historicismo clásico (y otro poco fruto del talento personal), cristalizaron sus proyectos en una suerte de apoteosis del pastiche (un osado ejercicio de reciclaje y reinterpretación del pasado en lo que podríamos definir como: ¿un Versalles nacional?).
Por lo que debemos reconocer la originalidad de estos arquitectos en el suelo Argentino de la época, que hacían re-interpretaciones de la tradición arquitectónica del siglo XVIII francés de un modo realmente creativo y original (poniendo el sello propio a su obra); con lo cual podemos afirmar que se desarrolló de este modo un estilo “criollo-francés” -inspirado en el “espíritu francés”, para parafrasear a Siegfried Giedion en La mecanización toma el mando (1978)-, que exploraba los hallazgos de otras culturas y los incorporaba, no como citas textuales sino traduciéndolas a la propia manera de expresión nacional.
En Argentina de 1860-1936, el estilo Beaux Arts -como el Palacio de José C. Paz (1842-1912) de estilo neoclasicista- fue una de las manifestaciones –quizás la más importantes- dentro de la arquitectura eclecticista-historicista que también produjo trajo otros estilos (como el casco de la “Estancia San Jacinto”, de Saturnino Unzúe, una recreación del neobarroco inglés o el Palacio San José de J. J. Urquiza de estilo neorenacimiento).
El château por excelencia, que resume las características del clasicismo francés del Grand Siècle, con su ingrediente de potencia escenográfica barroca, fue Versalles (y todo lo contenido en su interior: muebles y obras de arte). Por lo que, si la arquitectura como el Palacio de Versalles influenció sobre el diseño de muebles, y hemos definido a las residencia buguesas en Argentina como un “Versalles nacional”; la decoración de interiores se basó en el mobiliario de estilos cortesanos-monárquicos (como el Luis XIV, de Charles Le Brun (1619-1690) y la Manufactura de los Gobelinos, que nada tenía justamente de burgués). Adicionalmente, dentro de la decoración de interiores también hubo un rey de los muebles, en efecto, el mueble rey –del Rey Luis XIV- fue el: armario.
En la decoración de interiores de la Argentina de 1860-1936, el retorno al «Orden Absolutista-monárquico» (solo en la estética y no en lo político-económico) en el diseño de muebles fue la clave de su cultura material doméstica en una época dominada por el capitalismo imperialista.
Aquí, en reiteradas oportunidades, se utiliza el concepto de “espíritu Belle Époque Argentino (1860-1936)” para parafrasear a Sigfried Giedion. En efecto, el “espíritu de la época”, experimental y contradictorio en los estilos de decoración de interiores que utilizó dicha burguesía nacional de 1860-1936, poseía algo del “espíritu de la nueva sociedad burguesa positivista” (luego de la Revolución Francesa, con la ilustración y el Siglo de las Luces). Pero también poseía algo del “espíritu de la antigua sociedad cortesana, noble y aristocrática” (del mundo anterior a la Revolución Francesa), que remitía a un contenido simbólico preciso que intentaba representar el carisma de la nobleza (en el Luis XIII, el barroco del Luis XIV, el rococó del Luis XV y el neoclásico del Luis XVI, expresando los ideales y valores de la aristocracia, por intermedio del mobiliario).
Dado que el mobiliario usado como decoración de interiores, en los ambientes de la ecléctica arquitectura privada, brindó además de su clara utilidad práctica (valor-de-uso, ejemplo: una silla sirve para entarse), una función mas allá de la función misma. Así, expresado en términos semiológicos: actuando como signo estético-económico (valor-de-cambio-signo), los muebles –junto con la arquitectura- fueron útiles para definir el rango social del dueño de casa; y sus estilos definieron el gusto (burgués) de la época por el consumo de ciertos productos costosos y difíciles de adquirir (por la distancia geográfica de Argentina respecto de Europa) que se transformaron en signos de status social y del poderío económico (capitalista) del Señor Burgués.
El mobiliario adoptado por la burguesía nacional se convirtió en la fiel expresión de un “espíritu nuevo” (un esprit iluminista) que el burgués-ilustrado (inspirado en el Siglo de las Luces y la Razón) utilizó para expresar su cultura material privada en una forma de «sincretismo coleccionista» doméstico de los mas diversos estilos artísticos. Brindando una identidad criolla-francesa en suelo Argentino, que la clase media buscó imitar antes del arribo del Movimiento Moderno en Arquitectura y diseño; de este modo la burguesía nacional impuso un patrón en la decoración de interiores, traído de la «civilizada» Europa, que perdura hasta hoy en día como el máximo logro estético previo al Movimiento Moderno en Arquitectura y diseño de mobiliario. Aunque el diseño de muebles del Movimiento Moderno heredó de esta parte del campo de la cultura humana algunos rasgos importantes.
De este modo, fuertemente influenciados por el “modernismo” (no confundir con Art Nouveau en España) del Mundo Moderno –de lo que filosóficamente se ha dado en llamar: la Modernidad- de la doble revolución burguesa europea francesa (tomando los valores, ideas y visiones de la democracia, libertad, razón y progreso) e industrial inglesa (tomando los valores, ideas y visiones de la era de las máquinas tecnológicas); el liberalismo económico (capitalista) y político (democrático) de la moderna burguesía no pudo evitar adoptar los viejos símbolos (estéticos) premodernos del Ancien Régime derrocado en la Revolución Francesa.
En efecto, la moderna burguesía Argentina, utilizó una decoración de interiores premoderna, cuyo diseño artesanal en el mobiliario de ebanistería estaba influenciado principalmente por Francia de la época de Luis XIV, XV y XVI. Dichos muebles, que oportunamente fueron útiles para demostrar el rango social del Rey y la nobleza en Europa, usados a fin del siglo XIX y principios del siglo XX en Argentina también posibilitó la demostración del rango social del Señor Burgués.
Entonces, si en todos los casos estudiados, las clases sociales altas de Argentina de fin del siglo XIX y principios del siglo XX prefirieron para la decoración de interiores de sus residencias burguesas un mobiliario no-burgués (anterior a la Revolución Francesa); parece sorprendente deducir que la burguesía nacional, heredera de la burguesía europea (que había realizado la Revolución Francesa derrocando al sistema de las Monarquías Absolutistas), haya preferido para sus residencias en la Argentina el mobiliario que representaba a dichas cortes monárquicas. Esto se debió a que el mueble monárquico de las cortes en Europa era aristocrático y propicio para exhibir el rango social del Rey y la nobleza (frente al plebeyo); del mismo modo la burguesía oligárquica de fin del siglo XIX y principios del siglo XX en Argentina también era aristocrática y necesitaba exhibir su rango social adinerado. En términos marxistas, este nuevo «amo» [burgués] del mundo capitalista, buscó diferenciarse del «esclavo» [proletariado], como históricamente los reyes lo hicieron de los plebeyos. En efecto, si todo se reduce a un problema de clases sociales, esto nos habilita a un análisis sociológico sobre esta parte de la Historia del Arte y la Arquitectura.
En esta línea teórica sociológica (marxista) la Historia del Arte y la Arquitectura tienen claramente un marco histórico y cultural determinado política y económicamente por los tipos de sociedades y los modos de producción. Así el Arte como una manifestación del campo de la cultura humana, queda inscripto dentro del modo –productivo- en que se organiza una sociedad (al que denominaremos «Orden Social»). Este tipo de enfoque teórico no es radicalmente nuevo, podemos encontrar antecedentes en el análisis histórico del arquitecto Viollet-le-Duc.
Efectiamente, fue el arquitecto Viollet-le-Duc quien de algún modo ha brindado una de las líneas de trabajo que se debía seguir en esta investigación, ya que en los diez volúmenes que componen el Dictionaire raisonné dé l´architecture française du XIè au XVIè siècle (1854-1869); es donde realiza una interpretación racionalista sobre la arquitectura gótica y la apoya en una base sociológica, al identificar la obra medieval como resultado de un determinado «Orden Social». Con esta pista, esta Tesis Doctoral buscó dicho «Orden Social» (con mayúscula) y lo encontró en la historia como soporte de la teoría. Lo que sumado a la obra de otros historiadores de la arquitectura como Giedion, Jesús Vicente Patiño Puente en Historia del mueble hasta el siglo XIX (2010) y Luis Feduchi en Historia del mueble (1946); permitió avanzar notablemente en la metodología cualitativa e interpretativa de la historia del diseño de muebles.
Esto permitió re-agrupar los diferentes estilos de la Historia del Arte y de la Arquitectura en unas pocas y nuevas categoría teóricas de análisis e interpretación de la historia del diseño de muebles que simplifico la complejidad. Este es el fruto central de esta tesis doctoral, producir pocas “categorías teóricas” para interpretar la complejidad estilística en la historia del diseño de muebles, bajo un telón de fondo materialista [marxista] que arrojó como resultado tres categorías analíticas de «Orden Social» que determinaron –influenciaron- sobre cuatro tipos de estéticas:
• Un «Orden Social Feudal» del cual se derivó la estética feudal-monacal.
• Un «Orden Social Absolutista-monárquico» del cual se derivó una estética cortesana-monárquica.
• Un «Orden Social Liberal» del cual se derivó una doble estética burguesa (no-moderna y moderna).
Este tipo de análisis, al permitir re-agrupar los diferentes estilos de la Historia del Arte, que son muchos y diversos, en pocos modelos analíticos de la historia; finalmente posibilitó reflexionar sobre un pequeño momento de la Historia del Arte y la Arquitectura en Argentina de 1860-1936 (lo que conforma un recorte de espacio y tiempo de la historia para esta investigación). Asimismo, permitió pensar su decoración de interiores, sus muebles y los estilos de vida que son parte de la Historia de la Cultura de la burguesía nacional.
Este desafío implicó múltiples abordajes de la historia (no solo del arte y la arquitectura), sino de la literatura nacional de la Argentina, en lo que se conoce como Generación de intelectuales de 1837, lo cual derivó en las transformaciones culturales de la Generación burguesa de 1880. Para lo cual se debió construir un triple Marco Teórico, dado que la bibliografía existente es muy amplia y variada.
Lo que sumado a la riqueza metodológica de varios autores e historiadores principalmente del mueble permitió un procesamiento cualitativo muy rico y complejo -en seis partes- que arrojaron las conclusiones centrales; que están cruzadas por: la historia, la política, la economía, la sociología, la cultura, la literatura, el arte, la arquitectura. Para finalmente entender una sola cosa: el diseño de muebles. |
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