Summary: | Cuenta Ricardo Palma que allá por el año 1558, un español de nombre
Antonio Solar poseía una famosa hacienda en Barranca, kilómetros
----~ más al norte de su lugar de residencia, Lima. Cuando dio la primera
cosecha, el mayordomo envió diez de los mejores melones producidos con dos
indios, no sin antes remitir una epístola a su patrón. Estos nativos, ignorantes
de la escritura, no concebían cómo se podía transmitir mensajes a través de una
simple hoja; imaginaban la existencia de un poder mágico y místico, creían, en
pocas palabras, en su vida (concebían las letras no como signos convencionales
sino como auténticos espíritus, que no sólo funcionaban como recaderos sino
además como espías). Ya encaminados a su destino, al provocarles en un par de
oportunidades tan apetitosas frutas, no tuvieron mejor idea que esconder la
carta detrás de una tapia, colocando una piedra encima, pudiendo así comerlas
sin ser descubiertos: ¡Vaya ingenuidad de los pobres! Llegando a la capital, con
la carga ya aminorada y con el mensaje delatante, los mandaderos fueron
rápidamente descubiertos en su truhanería. === Tesis
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