Summary: | A gran distancia en el tiempo de quienes leyeron Los tres mosqueteros (1844) en su formato original, es decir, por entregas semanales en su configuración denominada como folletín, la obra de Alejandro Dumas llegó a mis manos a los doce años, editada en forma de un macizo libro. La novela era una narración de aventuras que tenía como marco histórico la época de Luis XIII en la Francia del siglo XVII. El argumento giraba en torno a las peripecias del joven mosquetero D’Artagnan y sus tres amigos Athos, Porthos y Aramis quienes se batían en lances y estocadas con sus enemigos encarnados en el cardenal Richelieu y su agente Milady de Winter. Las aventuras y el suspense eran pues los artilugios constantes y cautivantes de la novela.
Al descubrir en esa primera lectura que Los tres mosqueteros estaba confeccionada como una saga con dos continuaciones, me motivaron a buscarlas por las librerías limeñas; lamentablemente tuve que esperar algunos años para conseguir Veinte años después (1845), la segunda parte. La historia había avanzado en el tiempo, y los escenarios y los personajes habían cambiado, pues encontré a un D’Artagnan de cuarenta años, una Francia en plena inestabilidad política bajo la regencia de un nuevo cardenal Mazarino y los cuatro mosqueteros enfrentados en diferentes bandos. La espera por leer Veinte años después tuvo su recompensa, pues sigo considerándola mucho mejor escrita que su antecesora. No podría decir los mismo de la tercera parte El vizconde de Bragelone (1847-50) menos conseguida artísticamente para mi gusto aunque con algunas líneas temáticas muy interesantes, pero poco explotadas como ocurre con el episodio del hombre de la máscara de hierro.
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