Reescritura, archivo y perversión en Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez

En el año 1998, leí por primera vez Cien años de soledad, novela de Gabriel García Márquez (Aracataca, 1928). Su lectura fue decisiva en mi vida como lector y de gran estímulo para escribir ficción. Gracias a este excepcional libro, descubrí a un grupo de escritores preocupados por llevar la literat...

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Bibliographic Details
Main Author: Raffo Ramos, Guillermo
Other Authors: Edgar Alvarez Chacón
Language:Spanish
Published: Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2015
Subjects:
Online Access:http://cybertesis.unmsm.edu.pe/handle/cybertesis/3949
Description
Summary:En el año 1998, leí por primera vez Cien años de soledad, novela de Gabriel García Márquez (Aracataca, 1928). Su lectura fue decisiva en mi vida como lector y de gran estímulo para escribir ficción. Gracias a este excepcional libro, descubrí a un grupo de escritores preocupados por llevar la literatura latinoamericana a nuevas formas de narrar la realidad y tocar los temas más complejos de nuestros países. Autores como Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, José Donoso y, antes de ellos, Roberto Arlt, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Ernesto Sabato y Juan Carlos Onetti nos han dejado sin ninguna duda las mejores novelas escritas en nuestro idioma. En este contexto, mi interés por leer las novelas de García Márquez fue en aumento. Así que estando en el segundo año del pregrado en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el 2001, se me presentó la oportunidad de hacer una monografía sobre Crónica de una muerte anunciada1. Bajo la orientación del profesor Edgar Álvarez Chacón, la abordé empleando los tópicos de la fatalidad griega y el chivo expiatorio desde la postura de René Girard (1983, 1997), como elemento que purifica a la comunidad de la desestabilización social provocada por la noticia de la desfloración de Ángela Vicario, lo cual trajo como consecuencia que sea devuelta a la casa paterna en su primera noche de bodas, y ocasionó, a su vez,la venganza sanguinaria de los hermanos Vicario contra Santiago Nasar. Al calificar mi monografía, el profesor Álvarez me formuló la siguiente pregunta: “¿Lo que se cumple es el mandato del destino como ente abstracto o el de la sociedad, de esa sociedad que obliga a los Vicario a encontrar y ejecutar a la víctima?”. Algunos años después, mi interés por CMA y por responder esta pregunta, me llevó a seguir investigando sobre el tema. Luego de varias lecturas preliminares, aparecieron otras interrogantes que me hicieron profundizar más en su estudio. Por lo que decidí ampliar mi monografía y trabajarla en formato de tesis. Nuevamente con la orientación del profesor Edgar Álvarez, logré acopiar los numerosos artículos sobre CMA, así como el material bibliográfico para construir el marco teórico y la metodología, lo que a su vez, me condujo a ampliar considerablemente mi inicial campo de investigación y posteriormente, a colegir que más allá del tema de la fatalidad y el chivo expiatorio, CMA ofrece una lectura más compleja para entender a mayor detalle la intención del autor implícito y cuál es el rol que cumple la fatalidad y las tradiciones del pueblo. Entonces, la razón de la presente investigación está basada en lo siguiente: en CMA los tópicos de la memoria, el archivo y la perversión son herramientas que permiten ahondar mucho más en el análisis y la interpretación que otros acercamientos planteados reiteradamente por la crítica. CMA es una suerte de recolección de memorias individuales, que a su vez conforman una memoria colectiva, donde el asesinato de Santiago Nasar quedó almacenado como una herida simbólica que exige curación. Y es a partir de este hecho donde vemos cómo el narrador construye la historia de lo sucedido, buscando aparentemente la verdad del origen del asesinato. A su vez —mediante el narrador—, el autor implícito mostrará la forma en que la perversión está instalada en la realidad social de los personajes. Como un dios diabólico y obsceno, el gran Otro perverso les exige la naturaleza compulsiva y obscena de su goce a los hermanos Vicario, mediante el cumplimiento de las tradiciones del pueblo; entre ellas, ajusticiar a Santiago Nasar. Asimismo, la presente investigación se centrará específicamente en el análisis de los conceptos de memoria, archivo y perversión. Y para esto, nos referiremos en un primer momento a la crítica sobre el estado de la cuestión de la obra, muy especialmente a la que aborde los aspectos que aquí serán considerados. Posteriormente hablaremos con más detalle sobre los conceptos mencionados y su relación con la novela. Es de nuestro interés analizar cómo se elabora la reconstrucción de la memoria y el archivo en CMA y cómo se manifiesta el fenómeno de la perversión en todo el colectivo del pueblo donde transcurre la novela. Sobre la base de este inicial acercamiento, el presente trabajo busca dar respuesta a las siguientes interrogantes: ¿De qué forma se plasman los conceptos de testimonio, memoria, archivo y perversión en CMA? ¿Cuál es la función y la intención del autor implícito y la del narrador? ¿Por qué el autor implícito elabora CMA si no dice nada diferente del sumario? ¿De qué manera se instala la perversión en el pueblo de CMA y cómo sobre la base de la misma, se construyen las identidades de los ajusticiadores/asesinos y ajusticiado/víctima? ¿Qué autor detrás de los hermanos Vicario es el auténtico asesino de Santiago Nasar y quién manipula a la población construyendo una ética artificial? Finalmente, ¿de qué manera los pobladores podrían superar el recuerdo del crimen de Santiago Nasar? Para abordar la resolución de estas preguntas, he formulado las siguientes hipótesis: I. La intención del narrador al reconstruir la memoria colectiva del pueblo indicando que fue por obra del azar el hecho que nadie avisara a tiempo a Santiago Nasar sobre las intenciones de los Vicario, no hace más que evidenciar su complicidad y responsabilidad en el crimen, con las tradiciones del pueblo y su incapacidad para alzar su voz y buscar justicia para intentar reparar los recuerdos. Es decir, su versión de lo sucedido se queda en lo que Todorov categoriza como memoria literal, una memoria donde el presente se somete al pasado —que es lo inverso a lo que se debería alcanzar: una memoria ejemplar, donde se aprovechen las lecciones de las injusticias pasadas para luchar contra las que se producen en el ahora—. Por el contrario, afirmo que es el autor implícito quien se encarga de mostrar lo pernicioso de la escritura y la legitimación de versiones alteradas, manipuladas, silenciadas, usando el discurso del poder, manifiesto en el texto de la crónica del narrador; y utilizará el autor implícito el discurso estético-literario de CMA para transgredir el sistema discursivo tradicional del pueblo, legitimado de forma histórica y legal en la versión oficial de la “tragedia” de Santiago Nasar, escrita en el sumario. II. Sostengo también que el fenómeno de la perversión está instalado en las tradiciones e idiosincrasia del pueblo de CMA. Así mismo, se construye una ética artificial para justificar la perversión, donde los hermanos Vicario se declaran inocentes del asesinato de Santiago Nasar, asumiéndose como ejecutores de un acto de justicia. Lo que en términos lacanianos se entendería de la siguiente manera: los hermanos Vicario son fantasmas, en el sentido que construyen su identidad de ajusticiadores para satisfacer el goce obsceno del gran Otro. De la misma manera, el gran Otro construye para Santiago Nasar la identidad del sujeto que deshonró a Ángela Vicario —y a partir de aquí la doble muerte de Santiago Nasar, una simbólica y otra real—. Estas tradiciones entonces —causas ideológicas que les ordenan llevar a cabo el asesinato, él mismo, incluso por el que estuvieron dispuestos a dar sus vidas— los hacen partícipes de la perversión del crimen y hacen también cómplice a todo el pueblo. La ética queda invertida, la auténtica creencia que expresa un compromiso ético incondicional queda anulada por el acto deshonroso, y el asesinato es justificado por la tradición. Para demostrar estas hipótesis emplearé los aportes de la narratología, sociología, filosofía y psicoanálisis, utilizando los conceptos propuestos por Chatman, Martínez, White, González Echevarría, Todorov, Jelin, Ricoeur, Lacan y Žižek. Categorías como autor implícito, narrador, historia, discurso y ficción serán tomadas de Chatman, Martínez y White, con la intención de diferenciar claramente la función del autor implícito y la del narrador, así como la manera en que se configura CMA en el plano del discurso y de la historia. Utilizaré también desde los estudios de sociología y filosofía, categorías como testimonio, archivo, memoria literal, memoria ejemplar y trabajo de duelo, que serán tomadas de González Echevarría, Todorov y Jelin, con la intención de describir el proceso por el cual el autor implícito elabora el archivo narrativo de CMA. A su vez, me interesa el papel que cumple la escritura en la construcción del mundo representado, y por otro lado, cómo la culpa y el olvido impiden una respuesta contraria a la verdad oficial. Finalmente, emplearé los aportes del psicoanálisis. Es así que emplearemos tópicos como la perversión, el fantasma, el deseo, el goce y el gran Otro —aportes de Lacan y Žižek— para presentar la forma en que la perversión se ha instalado en la idiosincrasia del pueblo y en la manera en que dicta sus leyes. La selección de este marco teórico es justificable, puesto que a nivel de la historia, CMA es un intento de reconstruir el hecho a partir de la memoria y los archivos; y a nivel del discurso, vemos cómo el autor implícito por medio del narrador estructura CMA con la intención de mostrar la verdad oculta tras la historia oficial. Y veremos cómo luego de 27 años el asesinato de Santiago Nasar, debiendo ser ya un crimen prescrito, continúa sin encontrar el perdón. El método que voy a utilizar es analítico. Analizaré mediante las herramientas ya mencionadas, el papel que cumple la verdad. Es decir, la búsqueda del narrador por reconstruir la historia, mediante la recolección de testimonios, y la forma en que va encontrando trabas de tipo fatalistas, en esa búsqueda de respuestas, no haría más que evidenciar su intención de justificar el asesinato atribuyéndoselo al destino fatídico de Santiago Nasar y de esta manera encubrir la verdad, cuyo ocultamiento obedece a la irresponsabilidad de todo el pueblo, a su ética artificial y al modo perverso en que reaccionaron ante el crimen, que convierte al texto de la crónica del narrador en memoria literal, un texto que no puede usarse para el bien, para hacer justicia y para que este tipo de crímenes no vuelvan a repetirse. A partir de aquí, veremos cómo el autor implícito deconstruye la crónica fatalista-autoritaria del narrador mediante su propuesta estético-literaria de la novela.