Summary: | En la novela por entregas, el dinero asoma constantemente; sirve para comprar voluntades, para enderezar la vida de alguien desfavorecido por la fortuna, para cumplir sueños o venganzas, y, naturalmente, para reclamar un lugar de privilegio en la consideración y el respeto de los demás. Es el gran desencadenante de la peripecia en las novelas criminales, pero en la novela de aventuras –exóticas o no– también suele constituir la recompensa final o el elemento maravilloso, acaso en forma de tesoro. El dinero –su posesión, su generación, su falta, su búsqueda– es la clave de la organización social; en la presentación de los diversos personajes, secundarios o protagonistas, que pueblan los folletines hay una continua valoración implícita –a veces explícita– en función de la clase social a la que pertenecen; los mismos personajes parecen asumir con naturalidad la superioridad o la inferioridad del otro en función de la procedencia o el estatus. Casi cualquier acción implica un gasto, de manera que la riqueza equivale al poder. Todo tiene un precio, y a la vez hay una dimensión ética del dinero, que puede proceder del esfuerzo honrado o bien tener orígenes ilegítimos y censurables.
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