Summary: | <p>En el año 2009, mientras facilitaba un grupo de docencia sobre indagación para la acción en Estados Unidos, presencié un hecho de violencia académica generado por el uso de exámenes estandarizados que fomentan la exclusión. Este artículo destaca mi vivencia con este instrumento de evaluación en relación con dos programas educativos extracurriculares dirigidos a jóvenes afro-americanos, la Philadelphia Freedom School y el National Rites of Passage Institute, en una escuela secundaria pública de población mayoritariamente negra, en la que uno de los miembros de mi grupo de trabajo imparte docencia. Investigué estos dos programas con el propósito de buscar nuevas alternativas a los problemas causados por los exámenes estandarizados. Al final he encontrado que los dos programas evaluaban el crecimiento interno de los alumnos y sus contribuciones a la comunidad, y no sólo su capacidad por responder a exámenes estandarizados, con la idea de comprobar el éxito de estos programas y de los estudiantes. De esta manera, la evaluación educativa para la justicia social debe atender no solo al logro académico de los alumnos, sino también al desarrollo social y personal que pueda mitigar el dolor humano y la degradación del medio ambiente. Este tipo de evaluaciones podría originarse desde una mirada hacia afuera, es decir, de los efectos percibidos y observables de nuestras acciones en el mundo, así como también de una mirada interna que recupere el crecimiento interno de nuestras propias vidas.</p><p><strong>Palabras clave:</strong> Indagación cualitativa, justicia social, curriculum culturalmente responsable.</p><p> </p><p>During 2009, while undertaking a collaborative study with U.S.-based teachers, I witnessed academic violence in the form of a high-stakes examination. This manuscript distinguishes my experience with this assessment tool in a nearly all-black public high school from two extracurricular educational programs for African American youth: a Philadelphia Freedom School and the National Rites of Passage Institute. In both of the latter programs, students’ inner growth and positive contributions to their surrounding communities, not just their performance on standardized external measures, indicated the programs’ and students’ success. I thus argue that educational evaluations for social justice must attend not only to academic achievement but also to the cultivation of a social fabric that alleviates human suffering and environmental degradation. Such evaluations can come from looking outward, at the observable and felt effects of our actions in the world, as well as inward, at the growth of our inner lives.</p><p><strong>Keywords:</strong> Qualitative inquiry, social justice, culturally responsible curriculum. </p>
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