Summary: | En las elecciones generales de 1938 se presentaron, en representación de los principales partidos políticos del Uruguay, dos arquitectos para competir por el cargo de Presidente de la República. Similar situación sucedía para el cargo de Intendente de Montevideo. El general y arquitecto Alfredo Baldomir y el arquitecto Horacio Acosta y Lara asumieron entonces, y respectivamente, los dos cargos ejecutivos más importantes del país. Además, otros arquitectos ocuparían cargos ministeriales y en otras instituciones del Estado. Este artículo examina la trayectoria de estos arquitectos y la de otros colegas contemporáneos para evidenciar la existencia, más que de una sumatoria de individuali- dades, de una generación de arquitectos que, incluso luego de fundar las instituciones arquitectónicas –fundamentalmente la Sociedad de Arquitectos y la Facultad de Arquitectura–, se manifestó altamente comprometida con la tarea de dirigir los destinos de la nación. Su particular visión del progreso y de los cometidos que el arte y la arquitectura debían asumir los llevó, además de a ejercer una enérgica participación en el ámbito gremial y la dirección académica de la Facultad, a ocupar diversos lugares de la administración estatal, más allá del campo de incidencia relativo a las obras arquitectónicas o los planes urbanos.
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