Summary: | España experimentó una muy particular justicia transicional para la que la visibilidad de quienes fueron victimarios y de quienes sufrieron como víctimas fue prácticamente nula. No hubo ni justicia ni reparación de la memoria de las/os asesinadas/os. Se impuso desde el poder una memoria hegemónica que ocultaba a las víctimas, pero también a sus asesinos. Esta cultura memorial ha fijado unas reglas hasta nuestros días según las cuales no cabe pedir responsabilidades penales ni morales a los victimarios. Moralmente tampoco existe su arrepentimiento. La Ley de Amnistía de 1977 los ampara y no existe ninguna comisión de la verdad que señale a los asesinos de la dictadura, aunque no sean ya responsables penalmente. Muchos de esos victimarios son hoy en día espectros del pasado; ahora bien, cabe la posibilidad de que aparezcan en nuestra memoria como los “otros” negativos de nuestra tradición democrática.
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