Summary: | En una pequena ciudad de la costa mexicana del Pacífico se encuentra una zona de tolerancia donde un grupo de trabajadoras sexuales, separadas del resto de la ciudad por contenedores de basura, ofrece sus servicios a los hombres de la localidad. Las mujeres se presentan, material y simbólicamente, como agentes regulatorias de una sexualidad masculina que se construye desbordante e insaciable y que, de no ser por ellas, amenazaría el orden social fundado en la familia. A partir de entrevistas realizadas con trabajadoras y con autoridades municipales, en este artículo se analizan las maneras en que un sistema de sexo-género produce localmente una serie de limites cuyos ejes son, al tiempo, geográficos y subjetivos: la periferia y el control, cuerpo e intimidad, y la frontera de la animalidad.
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