Summary: | Si bien se considera que la globalización dio sus primeros pasos a fines de los ’70, los cambios tecnológicos que posibilitaron la masificación de las comunicaciones, la influencia de las redes sociales y las políticas económicas internacionales producidas por el neocapitalismo –China incluido– hicieron de este proceso una herramienta fabulosa para lograr, con un impulso extraordinario, el enriquecimiento de unos pocos. Era necesario uniformar al consumidor para estandarizar la producción y oferta de bienes y servicios, penetrando en los más profundos cimientos de la cultura, con la nada inocente estrategia de arrasar las identidades culturales provocando un impacto social tremendo encubierto en la falacia del “bienestar para todos”. Esta situación ha sido anticipada por intelectuales y filósofos mucho antes, cuando el germen de la globalización aún no había infectado a la sociedad. Acha (1964) y Ricoeur (1966) fueron de los primeros, luego hicieron sus aportes García Canclini (1995), Flores Ballesteros (1997), Bayardo y Lacarrieu (1997) y Massuh (1999).La polémica no está cerrada. Nuestra libertad está en juego bajo el peso de estrategias comerciales ultracapitalistas donde las personas dejan de ser tales para convertirse en consumidores cautivos.
|