Summary: | El miedo a las mujeres se expresó desde antiguo en la figura de la madre insensible y cruel, capaz de arrebatar la vida a sus hijos. Desde la Medea griega, el mito de la infanticida terminó plasmándose en la Europa Moderna en las brujas devoradoras de niños.
Entre los arquetipos extremos de la madre-bruja asesina y la madre idealizada, se sitúa un tipo de maldad ambigua y sutil: la de la madre dominante que, aunque no elimina a sus hijos físicamente, ejerce una influencia debilitadora y maligna sobre ellos. El tabú de las malas madres afloró tímidamente en la literatura europea desde la Edad Media, para alcanzar su expresión más refinada con el auge de la narrativa gótica y el Romanticismo.
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