Summary: | El alzamiento indígena zapatista (Chiapas, México, enero 1994) no fue sólo un acontecimiento político. Ya en 1995 se produjeron los primeros murales en territorio zapatista, hoy signo distintivo del otro arte generado por el proceso organizativo y de lucha. La experiencia estética generada a través del arte, se ubica no sólo en tanto signos artísticos presentes en el espacio público, también de nuevo tipo y construido en el proceso de lucha y como necesidad política de la nueva organización social, sino que lo trasciende para incorporarse a la experiencia vital toda, la del sujeto político inmerso en la construcción de una alternativa histórica en el presente, y también como elemento cognitivo y cognoscente que alimenta, construye, y aporta a las transformaciones necesarias de las mentalidades individuales y colectiva. Ideas y emociones dan cuerpo a la razón apasionada indispensable para enfrentar el reto histórico que tienen por delante y que implica el trabajo cotidiano por el bien común.
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