Summary: | <p class="Cuerpodetexto">Los sueños tienen su tiempo y este se gestó en las calles de Cartagena a finales del siglo pasado cuando viví una temporada en el paraíso tropical, como llamaba al corralito de Piedra, por sus innumerables experiencias que día a día me proporcionó durante los tres años que viví en la costa caribe colombiana. El nombre se le debe a mi hijo Esteban que, a sus 4 años, así la bautizó, con fluidez casi macondiana, pues al abrir la puerta ya con las llaves de posesión de la misma, él entró raudo y veloz y dijo emotivamente luego de recorrerla y depositar burbujas por todo su interior: esto se llama la <strong>Casa de las Burbujas;</strong> los socios nos miramos y así quedó.</p>
|