Summary: | Las secuelas de la sangrienta Guerra de Corea (1950 - 1953), los refugiados y prisioneros políticos norcoreanos en el Sur, la separación de familias, entre tantas otras huellas dolorosas de la división de Corea en 194 5 , han ocup ado un lugar central en el cine ficcional surcoreano. Sin embargo, durante décadas las representaciones cinemáticas sobre el conflicto ideológico no tomaban en cuenta cómo la violencia y el horror impactaron en los coreanos de la diáspora. La presencia de estas memorias diaspóricas en Nuestra escuela (2006) y La flor de mi abuela (2008), provocaron un nuevo desafío a los modos de ver y narrar la memoria histórica en imágenes audiovisuales. Este artículo se centra en revelar los valores del pasado en término s de espacio de memorias a partir de una lectura hecha desde otros universos simbólicos que plantea n formas disímiles de entender la violencia, la opresión y la discriminación. Comparar dos obras del Nuevo Cine Documental Independiente surcoreano, nos perm it e repensar los límites y controversias que los procesos de reapropiación del pasado plantean en términos de temporalidad, verdad y múltiples locacio nes de las memorias históricas.
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