Summary: | Hacer de la historia un instrumento útil para nuestros estudiantes es una de las principales finalidades de los docentes, que necesitan definir un marco general en el que actuar de acuerdo con unos objetivos, cuya delimitación es especialmente imprescindible en momentos de cambio social. Este marco se conforma por dos planos principales: el cognitivo, donde se define el proceso de enseñanza-aprendizaje de la historia; y el social, donde lo realizado en la escuela se traduce en la utilidad para el educando, frecuentemente asociada a la conformación de una identidad. Entre ambos planos, el papel del patrimonio actúa como vertebrador, bajo dos argumentos principales: 1) El patrimonio puede ser tratado como una fuente histórica, que permite crear discursos múltiples a través de habilidades de pensamiento científico, crítico y creativo; 2) Como la historia, el patrimonio resulta esencial para la creación de la identidad y la formación de ciudadanos. Con esto en mente, se proponen tres posibles marcos en los que la utilidad de la historia depende de su tratamiento en las escuelas: a) identidad colectiva de consumo/patrimonio-objeto/conocimiento histórico insolvente; b) identidad colectiva dura/patrimonio-conmemoración/historia única y c) identidad colectiva débil/patrimonio-recurso/historia múltiple. Partiendo de que el cambio social, y el consiguiente cambio educativo, ha provocado una situación de identidades colectivas de consumo con consecuencias no deseadas, mostramos dos situaciones alternativas para la enseñanza de la historia. Ambas son útiles para el proceso educativo, dependiendo de qué entendamos por historia y en qué centremos su utilidad.
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