Summary: | La complejidad del mundo actual en el que globalización, multiculturalismo, interculturalidad, consumo sostenible, ecología y tantos otros, son términos tan usados como poco clarificados; en que los docentes son aplastados por una normativa exhaustiva y poco comprensible; en que se dice complejidad donde sólo hay confusión, parece pertinente volver a restaurar los términos y los conceptos en su acepción básica, asumir la paradoja de simplificar nuestra mente para aceptar la complejidad como suma de elementos que, juntos y no desmembrados, forman la realidad. No se trata de una yuxtaposición de elementos sino de una imbricación de todos en un pensamiento conductor. A un mundo que se transforma en proceso vertiginoso, en el que los conocimientos devienen obsoletos o incompletos casi cada día, hay que responder con un pensamiento abierto, flexible, comprensivo amplio y humilde en el sentido de saber que vivimos en un constante aprendizaje y que en el desarrollo de ese ejercicio exigente de adaptación reflexionada, encontramos nuestra identidad y tratamos de colaborar a que, quienes están en formación la adquieran. Por ello reivindico así el derecho como la obligación del docente a pensar, asumiendo la responsabilidad de su pensamiento.
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