Summary: | <span>Sólo en 2010, entornos urbanos de Tanzania, Kenya, Vietnam, Burkina Faso y Pakistán, sufrieron fuertes inundaciones y remociones en masa que dejaron decenas de muertos, damnificados y elevadas pérdidas económicas. En el caso de Pakistán se registraron veinte millones de damnificados, mil novecientos ochenta y cinco muertos, dos mil novecientos cuarenta y seis heridos y más de ciento setenta mil personas fueron atendidas post- evento a causa de las infecciones gastrointestinales, de la piel o respiratorias, ocasionados por el consumo de agua contaminada o por el estancamiento de aguas servidas. Para el mismo año ciudades de Nigeria y Zimbawe sufrieron una escalada en los precios de los alimentos y un repunte en los índices de desnutrición infantil, ocasionada por las fuertes sequias que azotaron estos territorios y que sólo en Nigeria dejaron siete millones de personas agobiadas por la carestía. Este escenario no es ajeno a las ciudades latinoamericanas donde en los últimos treinta años han aumentado el número de desastres, esta vez localizados en entornos urbanos pequeños, es decir localidades entre los veinte mil a cien mil habitantes, en zonas medianas, con rangos poblacionales entre los cien mil a un millón de habitantes, y en áreas en tránsito a la urbanización, con poblaciones entre los diez mil a diecinueve mil habitantes, condición relacionada con el aumento en los patrones de amenaza, vulnerabilidad y riesgo.</span>
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