Summary: | Comprender el papel de la formación ética y estética en el mundo contemporáneo requiere entrar en diálogo con la visión holística de la antigüedad griega, que concebía el mundo como una unidad, o “todo” constituido por múltiples dimensiones, entre ellas la ética, la pedagógica y la estética, además de recuperar el papel que el ciudadano tendría en la construcción de lo público; igualmente, reconocer aquellas lógicas propias del pensamiento moderno que terminó por fragmentar los saberes, al punto de convertirlos en disciplinas defensoras de los límites de la pureza, como en el caso de lo estético, desplazamiento que impidió descubrir la riqueza estética que tiene la vida de las comunidades afrodescendientes e indígenas, en las que su expresión ritual o espiritual también une a todas las artes en una sola unidad.
Se propone entonces, pensar la ciudadanía como el nuevo espacio de la política y comprender que es allí donde puede hacerse un esfuerzo por recuperar una mirada integrada de las artes y las ciencias y de éstas con la política y la escuela. El arte puede acompañar, como en el caso del carnaval o de rock al parque -para poner sólo dos ejemplos conocidos- el desarrollo de una ciudadanía comprometida con los procesos de transformación social.
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