Felicidad y calidad de vida: ¿Equiparación o mediación entre ambos conceptos?

La paradoja del progreso de hoy es que mejora la vida (su calidad), pero la gente se siente peor (con menor felicidad). Felicidad y calidad de vida son comparadas en este artículo como dos maneras de llegar al objetivo de la vida, partiendo respectivamente por dentro (la verdad de sí) o por fuera (l...

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Bibliographic Details
Main Author: Víctor Pajares
Format: Article
Language:English
Published: Pontificia Universidad Católica de Chile 2006-08-01
Series:Ars Medica
Subjects:
Online Access:http://www.arsmedica.cl/index.php/MED/article/view/179
Description
Summary:La paradoja del progreso de hoy es que mejora la vida (su calidad), pero la gente se siente peor (con menor felicidad). Felicidad y calidad de vida son comparadas en este artículo como dos maneras de llegar al objetivo de la vida, partiendo respectivamente por dentro (la verdad de sí) o por fuera (la gratificación), desde abajo o desde arriba (conquistando el éxtasis), con planteamiento aristotélico (las virtudes, el vivir según la naturaleza humana) o utilitarista (el placer, los deseos sujetivos inmediatos). El planteamiento utilitarista es un consecuencialismo (el fin justifica los medios) que busca actos que le proporcionan más bienestar o placer físico y mental, una satisfacción máxima a nivel personal: es una búsqueda cuantitativa de felicidad. Algunas críticas a esta ideología son que o la satisfacción pasa a través de la autenticidad o se transforma en sufrimiento y, segundo, nunca se tiene la certeza de todas las consecuencias de los actos. El planteamiento aristotélico y tomista es una búsqueda cualitativa de la felicidad a través de la virtud objetiva (universal y transcultural). El 1929 es la primera vez que se usa en ámbito anglosajón el término “calidad de vida” para hablar de felicidad, según el principio del placer cada vez más predominante. En 1946 la calidad de vida (sobre todo física) emerge como definición de salud, según la OMS. El autor concluye que la “calidad de vida” tiene dos límites: primero, es vago como concepto (no puede fundar una ética ni reemplazar la sacralidad de vida) y segundo, llena al hombre de bienes materiales y lo vacía de sentido y valores creando frustración e infelicidad. El hombre necesita dar valor pleno a la vida y esto sigue siendo una cuestión moral y no tecnológica o científica.
ISSN:0718-1051
0719-1855