ALGUNAS INVESTIGACIONES DEL DR. GROOT EN LA REVISTA MEDICINA. RESEÑA HISTÓRICA DE ALGUNOS ESTUDIOS COLOMBIANOS SOBRE TRYPANOSOMA RANGELI

<p><strong>Artículo publicado en la revista MEDICINA Vol. 22 (2) del año 2000. </strong></p><p>Parecerá extraño que uno de los primeros artículos de esta revista no se refiera a la enfermedad de Chagas. Tanto es así que cuando el...

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Bibliographic Details
Main Author: Hernando Groot Liévano
Format: Article
Language:Spanish
Published: Editorial Kimpres 2016-12-01
Series:Medicina
Subjects:
Online Access:http://revistamedicina.net/ojsanm/index.php/Revistamedicina/article/view/1214
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ALGUNAS INVESTIGACIONES DEL DR. GROOT EN LA REVISTA MEDICINA. RESEÑA HISTÓRICA DE ALGUNOS ESTUDIOS COLOMBIANOS SOBRE TRYPANOSOMA RANGELI
Medicina
enfermedades tropicales, Trypanosoma rangeli, Dr. Hernando Groot Liévano, Academia Nacional de Medicina Colombia
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publisher Editorial Kimpres
series Medicina
issn 0120-5498
2389-8356
publishDate 2016-12-01
description <p><strong>Artículo publicado en la revista MEDICINA Vol. 22 (2) del año 2000. </strong></p><p>Parecerá extraño que uno de los primeros artículos de esta revista no se refiera a la enfermedad de Chagas. Tanto es así que cuando el doctor Felipe Guhl tuvo la idea de llamarme para esta presentación, mi primera respuesta fue negativa porque, obviamente debería hablarse del Trvpanosoma cruzi y no del Trypanosoma rangeli. El presente artículo es un breve recuento de mi experiencia con este parásito y su importancia dado que coexiste con el T. cruzi y que, en ocasiones, la diferenciación morfológica entre los dos no es tan clara cuando se examinan preparaciones de sangre en ‘gota gruesa’ de vertebrados o preparaciones del contenido intestinal de los insectos vectores, y además porque tiene ciertas relaciones inmunológicas que es necesario tener en cuenta para evitar posibles confusiones. Por otra parte, su distribución geográfica es muy amplia extendiéndose desde México hasta el Perú y el Brasil.</p><p>El Trypanosoma rangeli fue llamado así por un distinguido médico y posteriormente diplomático de Venezuela, el doctor Enrique Tejera, quien encontró en los chipos, o sea en los Rhodnius prolixus de Venezuela, un pequeño flagelado muy largo, bastante diferente del T. cruzi y resolvió ponerle el nombre de Trypanosoma o Crithidia rangeli, pues no estaba muy seguro del género en el cual debía colocarlo. Evidentemente, sólo había visto la morfología de estos flagelados en el intestino de los Rhodnius y, por consiguiente, no tenía ningún otro elemento para identificarlos. Únicamente comprobó que eran diferentes del T. cruzi.</p><p>¿Por qué le dedicó su descubrimiento a Rangel? Creo que es importante que nosotros los latinoamericanos conozcamos bien los valores científicos que han habido en nuestros países y en vez de preocuparnos por las artificiales fronteras políticas, lo cual en nada contribuye al progreso de la ciencia, comencemos a tener claro conocimiento de lo que en todas estas naciones hermanas por sangre, religión, raza y cultura se ha hecho y se hace por promover la ciencia. Así, podremos desarrollar la cooperación y la solidaridad que se necesita en la América Latina para impulsar la investigación y salir del subdesarrollo.</p><p>Rafael Rangel fue el creador de la escuela parasitológica venezolana que ha contribuido, tan notablemente al progreso de la ciencia. Comenzó a estudiar medicina en Caracas en 1896 y, después de aprobar con sorprendente superioridad el primer año, en el segundo, se familiarizó con el microscopio y se entusiasmó con la histología a tal punto que no presentó exámenes en las otras materias y dejó de seguir el curso regular de Medicina por estar ensimismado en sus observaciones microscópicas. Actuó como preparador del laboratorio del doctor José Gregorio Hernández y, poco a poco con la guía de este connotado mentor, con sus lecturas y con su capacidad para el autoaprendizaje, dominó los procedimientos de laboratorio de la época y desarrolló una insaciable curiosidad por conocer mejor las causas de las enfermedades.</p><p>En 1902, lo llamaron a la dirección del Laboratorio del Hospital Vargas, cargo que aceptó presentándose apenas como simple bachiller, lo cual demuestra su revista e inveterada modestia. Deben darse algunos ejemplos de su contribución científica por lo variada y novedosa. Tuvo el mérito de considerar como nueva la especie de uncinaria que causaba la anemia en Venezuela, sin saber, por carencia de información bibliográfica, que tal parásito ya había sido descrito. Identificó la causa de la renguera en los caballos, un tripanosoma, y consideró que esta enfermedad podría ser la forma americana de una dolencia equina similar, el ‘surra’ de la India. Comprobó igualmente la infección por la bacteridia del carbón en las cabras y, en 1908, se encargó del estudio y control de una epidemia de peste en La Guaira.</p><p>Desafortunadamente, Rangel, dueño de un temperamento tímido e introvertido, con tendencia a la depresión, fue víctima de injustos ataques por sus actuaciones ante esta última epidemia que, ciertamente, fueron oportunas y eficaces. Tales circunstancias unidas a la negativa del gobierno para otorgarle una beca de estudios en Europa, como lo relata Marcel Rache (1), contribuyeron a aumentar su depresión que finalmente lo llevó a tomar cianuro el 20 de agosto de 1909 cuando apenas contaba 32 años de edad, frustrándose así una vida que debería haber dado muchos frutos más para la ciencia americana.</p><p>Refiriéndome ahora a las investigaciones colombianas sobre T. rangeli, en primer lugar deben mencionarse las de César Uribe Piedrahita en la población de Prado, en el Tolima, donde por primera vez en el país se comprobó, en 1920, la presencia del parásito en los Rhodnius locales. Más tarde, del mismo flagelado, se ocuparon diversos investigadores tales como Hernando Rey y Santiago Rengifo. Este último hizo numerosos estudios en los Llanos Orientales donde encontró T. rangeli en tripanosomas morfológicamente parecidos, en Rhodnius de la región. Correspondió a Cecilia Hernández de Paredes y a Raúl Paredes estudiar el caso de un hombre infectado por un tripanosoma que clasificaron como T. rangeli, el cual sólo pudieron demostrar por medio de la práctica de hemocultivos y por xenodiagnóstico; se trató pues de la primera infección humana registrada en Colombia.</p><p>En cuanto a mis contribuciones al estudio del T. rangeli, éstas se hicieron hace mucho tiempo. Así que tengo que referirme a estudios antiguos, de más de medio siglo, los cuales sin embargo, no han perdido vigencia, sino que siguen siendo básicos para el conocimiento de esta parasitosis. Debo aclarar desde un principio que buena parte de esas antiguas observaciones se hicieron recibiendo la cooperación de César Uribe Piedrahita y de Santiago Rengifo Salcedo. Como el parásito lo encontramos en alta proporción en los habitantes del valle del Río Ariari y teniendo en cuenta que en las descripciones que por entonces habían hecho de T. rangeli del hombre los distinguidos científicos Romeo de León en Guatemala, Pifano en Venezuela y Hernández de Paredes en Colombia, no había suficiente información para compararlos con nuestro parásito, propusimos para este último el nombre de Trypanosoma ariarii. Bien pronto, sin embargo, por generosa cooperación de estos tres investigadores, recibí las cepas por ellos aisladas y las estudié in extenso habiendo comprobado que su comportamiento era igual al de los parásitos encontrados en el Valle del Ariari. De esta manera, establecí la sinonimia entre el T. ariarii y el T. rangeli (2). La situación arriba indicada explica por qué en nuestras primeras comunicaciones sobre T. rangeli el nombre que le dábamos al parásito era T. ariarii...</p>
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El presente artículo es un breve recuento de mi experiencia con este parásito y su importancia dado que coexiste con el T. cruzi y que, en ocasiones, la diferenciación morfológica entre los dos no es tan clara cuando se examinan preparaciones de sangre en ‘gota gruesa’ de vertebrados o preparaciones del contenido intestinal de los insectos vectores, y además porque tiene ciertas relaciones inmunológicas que es necesario tener en cuenta para evitar posibles confusiones. Por otra parte, su distribución geográfica es muy amplia extendiéndose desde México hasta el Perú y el Brasil.</p><p>El Trypanosoma rangeli fue llamado así por un distinguido médico y posteriormente diplomático de Venezuela, el doctor Enrique Tejera, quien encontró en los chipos, o sea en los Rhodnius prolixus de Venezuela, un pequeño flagelado muy largo, bastante diferente del T. cruzi y resolvió ponerle el nombre de Trypanosoma o Crithidia rangeli, pues no estaba muy seguro del género en el cual debía colocarlo. Evidentemente, sólo había visto la morfología de estos flagelados en el intestino de los Rhodnius y, por consiguiente, no tenía ningún otro elemento para identificarlos. Únicamente comprobó que eran diferentes del T. cruzi.</p><p>¿Por qué le dedicó su descubrimiento a Rangel? Creo que es importante que nosotros los latinoamericanos conozcamos bien los valores científicos que han habido en nuestros países y en vez de preocuparnos por las artificiales fronteras políticas, lo cual en nada contribuye al progreso de la ciencia, comencemos a tener claro conocimiento de lo que en todas estas naciones hermanas por sangre, religión, raza y cultura se ha hecho y se hace por promover la ciencia. Así, podremos desarrollar la cooperación y la solidaridad que se necesita en la América Latina para impulsar la investigación y salir del subdesarrollo.</p><p>Rafael Rangel fue el creador de la escuela parasitológica venezolana que ha contribuido, tan notablemente al progreso de la ciencia. Comenzó a estudiar medicina en Caracas en 1896 y, después de aprobar con sorprendente superioridad el primer año, en el segundo, se familiarizó con el microscopio y se entusiasmó con la histología a tal punto que no presentó exámenes en las otras materias y dejó de seguir el curso regular de Medicina por estar ensimismado en sus observaciones microscópicas. Actuó como preparador del laboratorio del doctor José Gregorio Hernández y, poco a poco con la guía de este connotado mentor, con sus lecturas y con su capacidad para el autoaprendizaje, dominó los procedimientos de laboratorio de la época y desarrolló una insaciable curiosidad por conocer mejor las causas de las enfermedades.</p><p>En 1902, lo llamaron a la dirección del Laboratorio del Hospital Vargas, cargo que aceptó presentándose apenas como simple bachiller, lo cual demuestra su revista e inveterada modestia. Deben darse algunos ejemplos de su contribución científica por lo variada y novedosa. Tuvo el mérito de considerar como nueva la especie de uncinaria que causaba la anemia en Venezuela, sin saber, por carencia de información bibliográfica, que tal parásito ya había sido descrito. Identificó la causa de la renguera en los caballos, un tripanosoma, y consideró que esta enfermedad podría ser la forma americana de una dolencia equina similar, el ‘surra’ de la India. Comprobó igualmente la infección por la bacteridia del carbón en las cabras y, en 1908, se encargó del estudio y control de una epidemia de peste en La Guaira.</p><p>Desafortunadamente, Rangel, dueño de un temperamento tímido e introvertido, con tendencia a la depresión, fue víctima de injustos ataques por sus actuaciones ante esta última epidemia que, ciertamente, fueron oportunas y eficaces. Tales circunstancias unidas a la negativa del gobierno para otorgarle una beca de estudios en Europa, como lo relata Marcel Rache (1), contribuyeron a aumentar su depresión que finalmente lo llevó a tomar cianuro el 20 de agosto de 1909 cuando apenas contaba 32 años de edad, frustrándose así una vida que debería haber dado muchos frutos más para la ciencia americana.</p><p>Refiriéndome ahora a las investigaciones colombianas sobre T. rangeli, en primer lugar deben mencionarse las de César Uribe Piedrahita en la población de Prado, en el Tolima, donde por primera vez en el país se comprobó, en 1920, la presencia del parásito en los Rhodnius locales. Más tarde, del mismo flagelado, se ocuparon diversos investigadores tales como Hernando Rey y Santiago Rengifo. Este último hizo numerosos estudios en los Llanos Orientales donde encontró T. rangeli en tripanosomas morfológicamente parecidos, en Rhodnius de la región. Correspondió a Cecilia Hernández de Paredes y a Raúl Paredes estudiar el caso de un hombre infectado por un tripanosoma que clasificaron como T. rangeli, el cual sólo pudieron demostrar por medio de la práctica de hemocultivos y por xenodiagnóstico; se trató pues de la primera infección humana registrada en Colombia.</p><p>En cuanto a mis contribuciones al estudio del T. rangeli, éstas se hicieron hace mucho tiempo. Así que tengo que referirme a estudios antiguos, de más de medio siglo, los cuales sin embargo, no han perdido vigencia, sino que siguen siendo básicos para el conocimiento de esta parasitosis. Debo aclarar desde un principio que buena parte de esas antiguas observaciones se hicieron recibiendo la cooperación de César Uribe Piedrahita y de Santiago Rengifo Salcedo. Como el parásito lo encontramos en alta proporción en los habitantes del valle del Río Ariari y teniendo en cuenta que en las descripciones que por entonces habían hecho de T. rangeli del hombre los distinguidos científicos Romeo de León en Guatemala, Pifano en Venezuela y Hernández de Paredes en Colombia, no había suficiente información para compararlos con nuestro parásito, propusimos para este último el nombre de Trypanosoma ariarii. Bien pronto, sin embargo, por generosa cooperación de estos tres investigadores, recibí las cepas por ellos aisladas y las estudié in extenso habiendo comprobado que su comportamiento era igual al de los parásitos encontrados en el Valle del Ariari. De esta manera, establecí la sinonimia entre el T. ariarii y el T. rangeli (2). La situación arriba indicada explica por qué en nuestras primeras comunicaciones sobre T. rangeli el nombre que le dábamos al parásito era T. ariarii...</p>http://revistamedicina.net/ojsanm/index.php/Revistamedicina/article/view/1214enfermedades tropicales, Trypanosoma rangeli, Dr. Hernando Groot Liévano, Academia Nacional de Medicina Colombia