Endocrinología en la Javeriana. Recuerdos de una época.
<p>La Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana enseñó clínicas durante sus primeros 25 años de existencia en hospitales tradicionales de Bogotá tales como el San José, la Samaritana y el Instituto de Cancerología. La medicina en adultos era manejada por internistas generales co...
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Editorial Kimpres
2001-08-01
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Alfredo Jácome Roca |
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<p>La Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana enseñó clínicas durante sus primeros 25 años de existencia en hospitales tradicionales de Bogotá tales como el San José, la Samaritana y el Instituto de Cancerología. La medicina en adultos era manejada por internistas generales como De Zubiría o Carrizosa o por cardiólogos como Consuegra.</p><p>Poca cabida había para especialistas, los que con el tiempo empezaron a llegar del exterior. Cuando el Hospital San José se encargaba de la docencia en Medicina Interna, allí se rotaba por el servicio de endocrinología donde se formó como endocrinólogo el doctor Julio Gómez Afanador, quien ha sido casi que el secretario perpetuo de la Sociedad Colombiana de Endocrinología y quien es coautor de muchos de los estudios de bocio endémico y crecimiento producidos por este servicio; en 1965 él organizó una consulta de endocrinología en el Hospital San Ignacio, que a partir de 1968 empecé a dirigir.</p><p>La endocrinología se enseñaba poco, que recuerde; hubo clases de fisiología endocrina por Hernán Mendoza y algunas pocas charlas que sobre el tema nos dio Bernardo Reyes en la Samaritana. Con mi amigo y colega Alvaro Mesa resolvimos indagar en un tema que se había puesto de moda merced a las investigaciones de los inmunólogos ingleses Deborah Doniach y su asociado el doctor Roitt: la autoinmunidad tiroidea.</p><p>El Instituto de Cancerología nos pareció el sitio adecuado para trabajar en este proyecto que serviría para nuestra tesis de grado pues convocamos el grupo liderado por Jaime Cortázar, quien contaba con Efraím Otero como su asociado y a Jaime Ahumada como residente. Ellos habían sido pioneros en el manejo de los isótopos radioactivos en Colombia y el hecho de que aplicaran una novedosa e impactante tecnología, la gamagrafía en el diagnóstico tiroideo, les daba una aureola de científicos que sin duda nos atrajo.</p><p>Tomando sueros de pacientes de su nutrida consulta y habiendo montado una técnica para la determinación de anticuerpos antitiroglobulina con la efectiva colaboración del profesor César Mendoza, nos lanzamos a medirlo en enfermos con bocio para ver si era cierta una afirmación basada en un estudio de patólogos universitarios que decía que la tiroiditis crónica de Hashimoto era inexistente en nuestro país.</p><p>Tal vez debido a que nuestra técnica era rudimentaria o poco sensible, los títulos que detectamos fueron escasos o bajos, por lo que continuamos con la creencia errónea que dicha enfermedad era un problema de gringos o de europeos, pero no de mestizos.</p><p>Los años posteriores los dediqué a hacer mi especialidad en los Estados Unidos según era la moda de la época, habiendo hecho residencia de Medicina Interna en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, bajo la dirección de los hermanos Burch y unos 6 meses iniciales de endocrinología con el doctor C.Y. Bowers, dedicado como su compañero en Tulane, Andrew Schally, a la investigación de las hormonas del hipotálamo; por esto más tarde recibiríamos la visita de Guillemin, quien compartiría un tiempo después el Nobel con Schally y la doctora Rosalyn Yalow de Nueva York, la iniciadora con Berson del radioinmunoanálisis.</p><p>Pasé luego al servicio de endocrinología del Hospital General de Filadelfia. afiliado al Colegio Médico de Hahnemann. “The old Blockley”, como lo conocían los antiguos, era un vetusto y gigantesco hospital de 2000 camas donde enseñó Osler, que formaba un gran centro médico con el Hospital de la Universidad de Pensilvania y el de Veteranos, construido uno al lado del otro.</p><p>El tamaño de la institución no me impresionó, pues venía de otra mole como era el Hospital de Caridad de Luisiana (con 3000 camas), mas sí el grupo de distinguidos especialistas que allí enseñaba bajo la jefatura de Norman Schneeberg, un estupendo clínico que años mas tarde escribiría un connotado texto de Endocrinología, del tamaño del de Williams. Nuevamente al lado de Alvaro Mesa, mi compañero de “Fellowship”, realizamos algunas investigaciones en el campo de la tiroides, aunque nuestro entrenamiento fue fundamentalmente clínico...</p> |
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