Summary: | A partir de un trabajo etnográfico, el artículo presenta una lectura política de los acontecimientos ocurridos en Ciespal el 20 de abril de 2005, día de la caída del gobierno de Lucio Gutiérrez. Frente al cúmulo de representaciones y estigmatizaciones que se han tejido, y que tienen que ver con una lucha política por definir la situación, el texto reconstruye tres perspectivas paralelas: a) una institucional en donde el poder se reacomoda, b) una del sinsentido, donde la violencia se estigmatiza, y c) una fenomenológica, donde los actores se guían por una lógica de la práctica. El argumento central se construye a partir de la relación entre violencia y política: explica que las actitudes violentas de los manifestantes, lejos de ser irracionales o caóticas, como las ha visto la prensa, estuvieron cargadas de un una racionalidad práctico-moral, una profunda indignación de la población contra los políticos. Concluye, retomando a Benjamin, en un intento por entender los sentidos de la violencia política, tanto de aquella que desde el orden busca conservarse, como de aquella que desde el desenfreno (¿fuera todos¿) presenta atisbos potenciales de un cambio político sustantivo.
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