Heleno De Freitas* y la Filosofía Primera

Cuando llegó la enfermedad del olvido a Macondo, el ingenio de aprendiz de brujo de José Arcadio Buendía, halló el método para preservar los significados lingüísticos de la aldea. Con un pincel artesanal entintado marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta, pared, cama, cacerola, vaca...

Full description

Bibliographic Details
Main Author: Danis Cueto Vanegas**
Format: Article
Language:Spanish
Published: Universidad del Atlántico 2014-07-01
Series:Amauta
Online Access:http://investigaciones.uniatlantico.edu.co/revistas/index.php/Amauta/article/view/1080
Description
Summary:Cuando llegó la enfermedad del olvido a Macondo, el ingenio de aprendiz de brujo de José Arcadio Buendía, halló el método para preservar los significados lingüísticos de la aldea. Con un pincel artesanal entintado marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta, pared, cama, cacerola, vaca, chivo, puerca, gallina, yuca, malanga, guineo. Pero las evasiones de la memoria eran tan misteriosas que luego hizo un letrero que decía: «esta es una vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con café y hacer café con leche», luego se lo colgó en la cerviz del animal. Después colocó «en la entrada del camino de la ciénaga un anuncio que decía: “Macondo” y otro más grande en la calle central que decía: “Dios existe”. José Arcadio<br />Buendía intuía lo que Wittgenstein escribiría en su Tractatus en 1921. Los nombres, como signos originarios, se referían a las cosas mismas que se presentaban ante nuestros ojos, constituyéndose en su significado. Años después Wittgenstein descubrió –no aún José Arcadio– que el significado no puede considerarse solo como la cosa significada.
ISSN:1794-5658
2500-7769