La Personalidad del Doctor Juan de Dios Carrasquilla En la Conmemoración del Centenario de su Fallecimiento. Parte I

Hace cien años, el 14 de julio de 1908, falleció en Bogotá el doctor Juan de Dios Carrasquilla Lema. En las exequias, que se llevaron a cabo el día siguiente en la Capilla del Sagrario, el doctor Luis Zea Uribe, mi abuelo, quien fuera su discípulo y su amigo, pronunció la oración fúnebre de rigor en...

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Bibliographic Details
Main Author: Adolfo de Francisco Zea
Format: Article
Language:Spanish
Published: Editorial Kimpres 2008-06-01
Series:Medicina
Subjects:
Online Access:http://revistamedicina.net/ojsanm/index.php/Revistamedicina/article/view/285
Description
Summary:Hace cien años, el 14 de julio de 1908, falleció en Bogotá el doctor Juan de Dios Carrasquilla Lema. En las exequias, que se llevaron a cabo el día siguiente en la Capilla del Sagrario, el doctor Luis Zea Uribe, mi abuelo, quien fuera su discípulo y su amigo, pronunció la oración fúnebre de rigor en representación de la Academia Nacional de Medicina que Carrasquilla había presidido varios años atrás.
 
 En su discurso en homenaje al eximio científico, Zea Uribe dijo las siguientes palabras: “Es un espectáculo conmovedor el de la desaparición de los seres. Parece que la muerte abre un interrogante a la Filosofía, y que ésta no ha podido resolver de manera satisfactoria y universal el enigma de los destinos últimos del hombre… Juan de Dios Carrasquilla debió desprenderse de los lazos que lo retenían a la materia, sin temores a las liquidaciones finales, porque fue un hombre bueno; porque fue consecuente con sus convicciones íntimas; porque abrió su entendimiento a la razón y a la ciencia sin prejuicios de ninguna especie y aceptó sus conclusiones como la expresión genuina de la Verdad, vista a la más pura luz; porque fue moral, con una moralidad irreprochable, sin casuismos; porque su ejemplo de virtud austera resplandece en estos tiempos n que la virtud es tan rara como una fulguración de magnesio en nuestra larga noche sin estrellas”.
 
 Años después, al conmemorarse en 1933 el centenario de su nacimiento, la Academia de Medicina acordó celebrar una Sesión Solemne extraordinaria para honrar su memoria y descubrir el espléndido retrato al óleo, obra del pintor Ricardo Gómez Campuzano, que desde entonces ennoblece estos salones. El profesor Eliseo Montaña, designado como orador por la Academia, hizo la reseña de su vida y su obra y trazó magistralmente su semblanza psicológica y física. Habló así:
 
 “Su silueta alta, magra, elegante; sus rasgos bien modelados de pulcritud impecable expresan dignidad y decoro y revelan al patricio de noble estirpe, de alma pura, íntegra, de honradez inmaculada; en sus párpados se marcan las huellas de las meditaciones y desvelos del hombre de ciencia; su frente amplia surcada por arrugas que revelan el pensar profundo, está decorada por abundante cabellera en la que se ve la nieve de los años; su rostro enmarcado por barba poblada, casi blanca, expresa a la vez que energía de carácter, austeridad y altivez; pero para los que lo conocimos en la intimidad, ese aspecto a la vez austero y adusto se transformaba en el trato familiar en bondad, cultura y cordialidad que una espontánea y atrayente sonrisa solía matizar”...
ISSN:0120-5498
2389-8356