Summary: | Introducción: Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) se encuentran entre los fármacos más prescritos y utilizados por la población en nuestro medio, siendo el omeprazol el fármaco más prescrito en Euskadi. Se plantea la hipótesis de que la participación del paciente en la reducción del número de tratamientos activos crónicos a dosis altas con IBP mediante el envío de una carta postal podría ser más efectiva que la práctica clínica habitual (envío de los listados de estos pacientes a sus médicos de atención primaria (MAP) para que revisen los tratamientos). Teoría: Se trata de un estudio de intervención con medida de resultados antes-después y grupo control, llevado a cabo en la OSI Bidasoa, organización de servicios integrados perteneciente a Osakidetza y que atiende a una población de alrededor de 85.000 habitantes. Los sujetos a estudio fueron los pacientes de la OSI Bidasoa que en mayo de 2017 tenían una prescripción activa crónica de IBP, a dosis altas, desde hacía al menos seis meses. Resultados: En mayo de 2017, 693 pacientes presentaban en su hoja de tratamiento activo un IBP a dosis altas desde hacía al menos 6 meses. Los MAP de 292 de estos pacientes decidieron no participar en la intervención, por lo que los 401 pacientes restantes se aleatorizaron a los grupos de intervención (n=201) y control (n=200). A los 6 meses, el 16.4% de los pacientes intervención no consumía ningún IBP, mientras que en el grupo control fueron el 8%. Además, el 20% del grupo intervención y el 6% del grupo control pasaron a tomar dosis estándar de IBP. Consideradas conjuntamente, las frecuencias de cambio son más elevadas en el grupo intervención que en el grupo control, diferencia significativa del 22,4% (IC 95%: 14,1 a 30,7%). Discusiones: Los pacientes generalmente son más receptivos a realizar cambios en su medicación de lo que los médicos piensan. En estudios previos con envío de cartas a los pacientes se había comprobado que este medio fue efectivo para la retirada de benzodiazepinas; mediante esta intervención se ha podido comprobar que también es efectivo con los IBP. Conclusiones: La estrategia de informar a los pacientes sobre los tratamientos que toman e involucrarles en la decisión de revisarlos ha sido más eficaz en la reducción de dosis y retirada del IBP que la práctica habitual (envío de los CIC de los pacientes a su MAP), en la cual únicamente se hace partícipe al profesional sanitario. Lecciones aprendidas: Poner en el centro del sistema al paciente dificulta las intervenciones, pero hace que sean más efectivas. Limitaciones: La voluntariedad del profesional de participar en la intervención. No se ha evaluado el grado de adherencia al tratamiento de los pacientes. Sugerencias: Estudiar otras formas de involucrar al paciente en su tratamiento.
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