Summary: | El adobe, taquezal y albardeado, reconocidos sistemas constructivos tradicionales fueron introducidos en la época virreinal en el Nuevo Mundo, suponiendo un hibridismo tecnológico entre las poblaciones nativas y las españolas, a través de la materialización de modelos de tipologías arquitectónicas indispensables como la vivienda. Estas nacientes células domésticas junto a regulaciones urbanísticas del Viejo Mundo, adaptadas a las determinantes del medio natural, fueron definiendo a lo largo de siglos el paisaje cultural de la mayoría de asentamientos humanos en la región del pacífico y centro de Nicaragua, con mayor acervo de exponentes en León en su segundo lugar de fundación y Granada; ciudades primigenias de la conquista española en el siglo XVI. Asimismo, las técnicas y habilidades adquiridas en el tequio de la construcción y sus oficios derivados, permitieron la selección y explotación de materia prima vernácula manifestada en la calidad constructiva de la llamada arquitectura colonial doméstica y su evolución espacial, funcional y estilística. Su sobrevivencia a eventualidades naturales, bélicas y demandas sociales contemporáneas, se debe a la aceptación social, los bajos costos y al aprendizaje y reaprendizaje de los modelos. Actualmente, muchas continúan en uso y forman parte de la identidad colectiva al ocupar un lugar en la historia nicaragüense, adquiriendo valores tecnológicos-populares por conocimientos constructivos que han sido objeto de mención y estudio por diversos autores desde la época virreinal, independentista y contemporánea, coincidiendo en la necesidad de conservar sus atributos para ser heredadas a las futuras generaciones. No obstante, para ello es primordial la sensibilización patrimonial y la formación profesional sobre la atención adecuada de estas viviendas singulares integrantes del vasto patrimonio cultural de la nación.
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