Summary: | En ocasiones se representa la creatividad como un factor enigmático que explica la emergencia espontánea de lo radicalmente nuevo. La obsesión con la novedad supone, sin embargo, un enfoque hacia los productos finales y una atribución retrospectiva de sus formas a ideas sin precedentes surgidas en la mente de los individuos. Esta obsesión impide reconocer el potencial de generación formal de las relaciones y procesos en los que cosas y personas se hacen y crecen. En estos procesos lo característico sería pedir a los practicantes que copien las obras de maestros pasados. Sin embargo, a pesar de dejarse llevar por un guión o partitura, cada individuo ha de improvisar su propio camino a través de la variedad de tareas que supone cualquier práctica. Con ejemplos extraídos de los ámbitos de la música, la caligrafía y el encaje de bolillos, muestro que las fuentes de creatividad no residen en las cabezas de los individuos, sino en su atender a un mundo en constante formación. Para este tipo de creatividad, experienciada en lugar de hecha, la imaginación no consiste tanto en la capacidad de topar con nuevas ideas como en el impulso aspiracional de una vida que no es únicamente vivida, sino también guiada. Pero su destino aún no está fijado. Al abrirse a lo desconocido, al resultar expuesta, la imaginación no guía a través de la maestría, sino de la entrega. Por tanto la creatividad que se experiencia, la de acción sin agencia, es la de la vida misma.
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