Summary: | Este capítulo se centra en dos errores a menudo repetidos. El primero es la idea de que los estados poseen, de modo uniforme, una cierta coherencia orgánica generada por un ajuste resuelto entre estado y nación, un deseo legítimo del estado de mantener esta relación, una probada aptitud por su parte para crear y conservar un entorno seguro para la nación, así como una capacidad verosímil para defenderse frente a las entidades competidoras. El segundo es que la soberanía postcolonial constituya una desviación histórica del sistema westfaliano, tanto en lo relativo a la ficción jurídica como a la realidad empírica. [...] Para ilustrar mis argumentos, tendré en cuenta las formas de soberanía histórica que los hegemons occidentales previeron para Bélgica y Suiza por un lado, y para el Congo/Zaire por otro, durante los dos últimos siglos.
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