Summary: | El 15M funcionó en un régimen estético inédito, con una protesta eminentemente visual, de una multitud creativa. Dentro de una política del simulacro, entendiendo la protesta como acto político, ético y estético, el movimiento actuó como fábrica de identidades y políticas emancipatoria, convirtiendo el elemento estético en principal herramienta de protesta y de acción; primando la formalidad, obrando desde lo cognitivo, desde la subjetivación de lo estético. Toda emancipación social pasaba por una ruptura estética, reapropiando el espacio público desde inéditas prácticas subjetivadoras, ordenando toda realidad conocible y visible en un nuevo paisaje político y estético. Como una democracia performativa, a través de la protesta se revisaron condiciones normativas de vida, rompiendo normas preestablecidas y explorando formas inéditas o ficticias; siguiendo cierta estética de la existencia, una renovación sustancial de formatos, sentidos, significados y de mitos.
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