Summary: | El estudio de la ciudad contemporánea ha evolucionado en las últimas décadas, incorporando a la descripción morfológica de datos objetivos y elementos que configuran la escena urbana, otros factores subjetivos como son el comportamiento, la experiencia y las preferencias de los usuarios. En el espacio público urbano se contextualizan y suceden los procesos sociales, multiculturales e intergeneracionales, que conciernen a una colectividad. De todas las posibles formas de expresión pública, la práctica ancestral de escribir en las paredes —hoy denominado graffiti— ha sido el modo de expresión libre, reivindicativo y anónimo que, combinado con las técnicas de diseño gráfico, difundía de forma transgresora y espontánea un mensaje a la vista de todos. Asimilable a la manera en que los tatuajes se imprimen en la piel, el graffiti lo hace sobre la envolvente del espacio público —Urban Tattoo—; y aunque no modifica la geometría del lugar incide en la percepción espacial; se establece, así, un diálogo con el observador activando nuevas narrativas, comparable al efecto que puede tener un tatuaje como proyección de la personalidad de quien lo lleva. El presente artículo analiza cómo el graffiti y su evolución en imagen mural de arte urbano transforman la interpretación del espacio público contemporáneo; muestra las diferencias entre las iniciativas de carácter individual y las que están organizadas a través de instituciones públicas o privadas; y, finalmente, reflexiona sobre alguno de los efectos derivados de la instrumentalización de la técnica por intereses ajenos a la libre expresión creativa.
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